domingo, 31 de julio de 2011

La Atlántida: El Critias de Platón

Los atlantes, pudieron haber sido una civilización de navegantes
 Platón hace mención a la Atlántida en dos de sus diálogos, Timeo y Critias; pero, sólo en el segundo, nos hace un esbozo de lo que fue un continente en el océano atlántico.
En primer lugar comienza relatando una repartición de las tierras y regiones del mundo por parte de los dioses, en donde a Neptuno (Poseidón en la mitología griega) le tocó la Isla Atlántida. Dicha isla la pobló con los hijos que tuvo con una mortal. Evenor con su esposa Leukippe -hijos de Neptuno-  tuvieron una hija a la cual le dieron por nombre Cleito. El dios Neptuno los situó a los tres en una colina de poca altura que había en el centro de la isla. Sin embargo, cuando mueren sus padres, Cleito gozaba de edad suficiente para contraer nupcias; Neptuno se enamora y se casa con ella.
Llegado a este punto Platón nos relata que “(…) Neptuno fortificó la colina en que ella vivía, aislándola de todo lo que la rodeaba por medio de dos anillos de agua y tres de tierra, fosos inundados y muros, alternativamente, convirtiendo en un círculo el centro de la isla, de manera que todas las partes de la cintura aisladora se encontrasen a igual distancia del centro… como era un dios , le fue muy fácil adornar y embellecer  la isla que había formado en medio de la otra, haciendo manar del suelo las dos fuentes, una caliente y otra fría, y que la tierra produjera alimentos variados y abundantes(…)” (Platón, 312-313, 2005)
Posible ubicación en el Atlántico
Siguiendo el relato del Critias, Neptuno tuvo diez hijos con Cleito y se ocupo de dividir la isla en diez partes, es decir, a cada uno le toco una región de la Atlántida. De este modo gobernaron la isla durante largas generaciones e incluso comenzaron a extender sus dominios hasta Egipto y Tyrrhenia. El rey siempre era el más anciano y se le daba la sucesión al hijo mayor. Los atlantes gozaban de grandes riquezas y tenían a su disposición grandes cantidades de insumos, y es que “… la isla producía… metales sólidos o fundibles… [Abundaban] todos los materiales que necesitaban… alimentaba una gran cantidad de animales en estado salvaje y en domesticidad. Los elefantes existían en gran número(…) la isla… producía todos los perfumes que embalsamaban el ambiente en todas partes… también producía [de plantas, hiervas y raíces todo lo] que aprovechamos para nuestra alimentación… las que denominamos generalmente legumbres que las leñosas que nos proporcionan a la vez bebidas, alimentos y perfumes, y los frutos de corteza con los que juegan los niños y que son difíciles de conservar, y los que ofrecemos a los postres para recrear al estomago harto y cansado(…)” (Platón, 131-314, 2005). No cabe pues la menor duda de que Platón está hablando que la Atlántida gozaba de gran fertilidad y que era poseedora de una gran diversidad de elementos aprovechables por el ser humano.
Ahora bien, el relato continúa comentando sobre edificaciones de templos, palacios, puertos y dársenas o fábricas en los puertos. Principalmente hace énfasis en un desarrollo portuario, dada la situación geográfica de la Atlántida. Construyeron puentes sobre los fosos circulares inundados por el océano y que circundaban la metrópolis. También se refiere a la construcción de un canal de tres plethros de anchura (92.4 metros), cien pies de profundidad (31 metros aproximadamente) y cincuenta estadios de longitud (9.235 metros). Con esto lograron que los navíos lo pudieran usar como puerto. En cuanto a los anillos con los cuales dividió Neptuno la isla para aislar la parte central del continente, tenemos que la que comunicaba directamente con el mar media tres estadios de anchura (554.1 metros); el subsiguiente anillo de agua dos estadios de anchura(369.4 metros); luego el segundo anillo de tierra media tres estadios de ancho, el segundo anillo de agua que rodeaba la isla media un estadio de ancho (184.7 metros); y por último, la isla interior donde estaban el palacio y los reyes, tenía  cinco estadios de diámetro (923.5 metros).
Croquis de la ciudad basado en la descripción de Platón
En el ámbito ornamental de la isla, Platón no escatima palabras para describirnos como estaban adornadas las murallas, templos y hasta la misma acrópolis. En cada anillo de tierra erigieron una muralla que fueron revistiendo de distintos metales “… cubrieron de bronce en toda su extensión, como si se tratara de un barniz, todo el muro de la primera cintura exterior[la que daba directamente al mar]; de estaño, el segundo y de cobre aurífero de reflejos de fuego el acrópilos mismo… en medio se alzaba, rodeado de una muralla de oro, el templo consagrado a Cleito y Neptuno (…) El templo… todo su exterior estaba revestido de de plata menos el almenado que era de oro, plata y cobre aurífero. Las paredes, las columnas y el piso estaban recubiertas de marfil (…)” (platón, 315, 2005) Es evidente que era un pueblo que rendía una gran pleitesía a sus dioses, tenían numerosos templos consagrados a muchas divinidades y eran conscientes del valor que tenía cada metal, algo parecido a un sancta sanctorum mesopotámico o egipcio.
En este orden de ideas, menciona en el Critias la existencia de jardines, gimnasios, hipódromos y cuarteles militares. En el ámbito militar se nos habla de que estaban esparcidos por toda la isla-continente de la Atlántida, lo cual hace pensar que además de ser navegantes, tenían una organización militar y ejercito bastante numeroso. “… Las tropas que inspiraban más confianza se alojaban en la cintura menor, que era la más inmediata a la acrópolis, y por último aquéllas, de cuya fidelidad se tenía completa seguridad, se albergaban en el acrópolis mismo, cerca de los reyes…” (Platón, 316, 2005) Tenían prohibido emprender acciones bélicas contra sus pares y semejantes, por el contrario debían procurarse ayuda mutua a la hora de enfrentar amenazas externas y el rey no podía dictar sentencia de muerte para uno de sus parientes, a menos que contara con el respaldo de más de la mitad de los diez reyes.
En la organización gubernamental eran conscientes de una jerarquía de gobierno y de autoridad. Tenía un poder central y periférico, es decir, la isla estaba dividida en diez regiones y en cada una existía un rey que tenía el poder de mandar en su provincia, de administrar y controlar el cumplimiento de la ley; pero había un rey que representaba la máxima autoridad sobre la isla y que hacía cumplir la ley dada por Neptuno (Poseidón). Dicha ley fue grabada en el centro de la isla en una columna del templo consagrado al mismo, y ahí “(…) se reunían alternativamente los diez reyes cada quinto y sexto año para conceder iguales derechos al número impar que al par, discutiendo los intereses públicos en dichas asambleas, e investigando si se había cometido alguna infracción a la ley y emitían sus juicios. Y si llegaba este caso, he aquí cómo se daban mutuas garantías de su lealtad.” (Platón, 317, 2005) Más adelante nos menciona también, que se tenían establecida leyes concernientes a las facultades gubernamentales de cada monarca.
Representación Imaginaria del centro de la isla
Ahora bien, durante mucho tiempo se mantuvieron fiel a las directrices dadas por Neptuno y cuidaron de todos los privilegios que les fueron concedidos, hasta que comenzaron a perder la espiritualidad y se volvieron arrogantes, en otras palabras, se fueron degradando entrando en un declive como cultura. Dicho por Platón “(…) cuando la esencia divina se fue debilitando en ellos por su continua mezcla con la naturaleza mortal, cuando la humanidad se les impuso, entonces, impotentes para sobrellevar la prosperidad presente, degeneraron… habían llegado… poseídos de la loca pasión de acrecentar sus riquezas y su poderío.” (Platón, 319, 2005) Asimismo continúa relatándonos que Neptuno al ver la depravación de los atlantes, en comparación con sus épocas más gloriosas, tomó la determinación de castigarlos en un intento porque volvieran al camino de la luz y la sabiduría y entonces “(…) reunió a todos los dioses en la parte más brillante de las celestiales moradas en el centro del universo, desde donde se contempla todo lo que participa en la generación, y al verlos juntos les dijo…” (Platón, 319, 2005)
Hasta aquí el relato de platón que se ha conservado  hasta nuestros días. Sin embargo, se piensa -en base a los testimonios recabados hasta el día de hoy-, que hubo un gran cataclismo que hizo desaparecer la Atlántida de la faz de la tierra y que hundió el conjunto insular en el océano.

Fuentes:

  • Platón (2005). Diálogos tomo III. Bogotá – Colombia Ediciones Universal, Gráficas y modernas.
  • LLEGET, Marius (1977). La Atlántida. Barcelona – España, A.T.E.

viernes, 29 de julio de 2011

El Castillo Medieval


  El ser humano esta estrechamente relacionado con el medio físico o geográfico que le rodea. La geografía como ciencia tiene por objeto el estudio de las interrelaciones entre el ser humano y el ambiente que le rodea, esta interacción hombre – ambiente se efectúan en la superficie terrestre (Zamora, 2006); En consecuencia, el ser humano se ve obligado a adaptarse a las condiciones del medio físico lo cual implica adoptar una determinada forma de vida con la cual para poder subsistir.
En este articulo nos vamos a centrar en como influyó el medio geográfico en el establecimiento de ciudades en la Edad Media. Los Castillos o Ciudades Amuralladas constituyen uno de los elementos más representativo de este período histórico (El Medioevo). La Edad Media o Medioevo se divide en dos etapas: La Alta Edad Media (Siglos V al XI) y La Baja Edad Media (Siglos XI al XV)
El concepto para establecer ciudades y urbes no cambio mucho en este período que más bien tuvo un cierto estancamiento y decadencia. Este aspecto fue la causa de que muchos establecimientos urbanos, que otrora eran muy prósperos, fueran deteriorándose y posteriormente abandonados. En este sentido, nos tropezamos con un fenómeno distintivo y característico de la Edad Media, nos referimos a la aparición de castillos y fortalezas. Aún en nuestros días se pueden observar dichas edificaciones por toda Europa (algunas en ruinas y otras en perfecto estado) y que parecieran obedecer a criterios específicos para su establecimiento.
Pero, ¿Cuál fue el objetivo que persiguieron estos señores feudales para construir tan opulentas edificaciones? ¿Bajo que criterios  se sintieron motivados para levantar sobre elevaciones montañosas, que en ocasiones su ruta de acceso resultaba sumamente peligrosa? Sin duda alguna, el objeto de estos castillos es netamente defensivo y las condiciones del terreno (paisaje geográfico) jugaron como aliado para los señores feudales que buscaron lugares propicios, como altas cordilleras montañosas, para su defensa y resguardo frente a las invasiones y riñas que formaban parte del día a día en la Edad Media.
 






Castillos y ciudades.
  En este tiempo la construcción de fortalezas y Castillos tuvo su gran auge, hasta el punto de ser uno de los elementos más representativos del Medioevo. Hoy día se pueden encontrar en las librerías atlas y libros, que nos muestran imágenes de castillos medievales, y es que en casi todos los rincones de Europa vamos a hallar una de estas obras arquitectónicas. ¿Su razón de ser? Se sabe, y así lo expresa el historiador René Chandelle, que la nobleza medieval no siempre vivió en grandes ciudades amuralladas y castillos fortificados, sino que para el siglo XI “… las residencias señoriales… eran una especie de casa solariega” (Chandelle, 2008, 217), y de ahí en adelante estas casas sufrirían una enorme metamorfosis para convertirse en obras de gran opulencia.

 
Sin embargo, dichos castillos no surgieron por capricho de un grupo de nobles y reyes, sino que, por el contrario, cumplían una función protectora y defensiva. Europa en los primeros siglos de la Edad media comenzó a sentirse amenazada por el avance e invasión de los musulmanes (especialmente en la Península Ibérica), Los Normandos y los  Húngaros. Además de “… El… oficio castrense de los señores [en muchas ocasiones derivaron en]… contiendas intestinas, [que] pusieron en serio peligro la integridad de los nobles feudales y sus familias. La solución fue recluirse con guardias y servidores en sólidas fortalezas residenciales…” (Chandelle, 2009, 217). He aquí el origen de los castillos medievales.
No obstante, la ubicación de estos castillos tampoco fue improvisado, sino que obedecían a unos criterios  estratégicos-militares. Los castillos se erigieron en lugares que resultaran útiles para el dominio territorial y que a su vez facilitarían maniobras defensivas ante cualquier ataque. En este sentido las altas colinas y mesetas fueron el blanco perfecto a la hora de levantar edificaciones defensivas, las cuales, generalmente, consistían en ciudades amuralladas dentro de las cuales se desenvolvía la vida cotidiana. Los vasallos buscaban la protección de sus señores con el objetivo de proteger sus ganados y cultivos, trayendo como consecuencia un gran crecimiento poblacional dentro de las murallas y situaciones de vida realmente precarias.



En la península Ibérica nos topamos con tres castillos que jugaron un papel importante en el proceso de reconquista por parte de los reinos cristianos, ellos son: los castillos de Alba, Luna y Gordón. El escritor Alfonso Romero explica: “Las tres fortalezas fueron levantadas en la cumbre de otros tantos cerros rocosos (…) se trataba de cumbres altísimas, abrumadoramente erguidas sobre el territorio circundante… Desde ellas se podían vigilar y controlar fácilmente las comarcas situadas entre la capital legionense y la cordillera Cantábrica (…)” (Romero, 2007, 32). Es decir, que el hombre medieval era consciente del valor estratégico que ostentaban las cordilleras montañosas y todo sitio con cierta elevación. Dentro de la misma península ibérica podemos referirnos a la ciudad de Toledo, ubicada sobre un promontorio de gran extensión circundado por el río Tajo, donde el río representa una barrera natural que facilitaba aún más, la defensa de la ciudad. Así mismo hay que destacar la posición del castillo del Alcázar de Segovia, el cual también indica la presencia de un propósito militar, puesto que está ubicado sobre una roca labrada, representaba un gran obstáculo al momento de atacar la ciudad y fue éste factor en el que permitió que durante muchos siglos fuese una fortaleza inquebrantable, además de ser clave en el dominio territorial de Castilla.
  En Francia también encontramos castillos que han tomado parte en sucesos históricos tanto importantes como enigmáticos.  Nos referimos al castillo de Montségur y los tres castillos de Rennes-le-Chateau, ambos ubicados en la cordillera de los Pirineos. Mencionaremos cada uno por separado:
  •         El Castillo de Montségur esta situado en las montañas del Pog a 1207 metros de altura en los Pirineos. El castillo tiene una sola ruta de acceso y es realmente difícil ya que hay que atravesar grandes y espesos bosques, además su posición en lo más alto del Pog facilita su defensa. De ahí el origen de su nombre (Montségur en español significa monte seguro). Este castillos constituyó el último bastión de un grupo de herejes conocidos como los Cátaros, es también protagonista de uno de los enigmas más grandes de la época y que se ha extendido hasta nuestros días, nos referimos al santo grial.









  •          En la ciudad de Rennes-le-Chateau también nos topamos con tres castillos cuya ubicación alrededor del poblado, reforzada por el misticismo, no dejan de llamar la atención. Estos castillos son: el emplazamiento de Champagne-sur-Aude, el castillo de Blanchefort y el castillo de Saint-Just-et-le-Bézu; fueron construidos por los Caballeros Templarios (orden Caballeresca de carácter religioso-militar), y además de estar ubicadas en la cima de tres montes, parecieran formar un perímetro alrededor del Poblado de Rennes-le-Chateau. La leyenda del santo grial también entra en rigor con respecto a estos castillos, y es que se presume que en la iglesia del pueblo están enterrados unos manuscritos que hacen alusión directa al santo grial y que los Templarios junto a sus tres fortalezas, cumplen una función de guardianes o protectores.
Crecimiento demográfico e insalubridad.
En contra parte a la gran opulencia y grandiosidad del castillo medieval está el hecho de que seguían siendo poco acogedores y muy incómodos, incluso después que las invasiones y querellas internas fueron cesando. En esa búsqueda de una edificación defensiva y protectora, se descuidó el hacer del castillo un lugar donde sus habitantes pudieran gozar de su estancia diaria, eran carentes de lujos y comodidades. En palabras de René Chandelle: “…el castillo medieval [era] un lugar húmedo, gélido y oscuro (…) Sus habitantes no vivían mucho mejor que cualquier humilde monje en la celda de su monasterio. (Según un reciente estudio los grandes señores medievales, incluyendo los reyes, disfrutaban de menos comodidades básicas que un modesto trabajador actual en los países desarrollados)” (Chandelle, 2008, 218).
Como ya se ha mencionado la aglomeración de vasallos dentro ciudades amuralladas contribuyó a que las condiciones de incomodidad e insalubridad encrudecieran. En los siglos IX al XI tuvo su gran apogeo las actividades agrícolas, sobre todo el cultivo. Se transformaron grandes bosques en campos de cultivo y pastoreo que contribuyeron a una recuperación demográfica de la población europea. Las ciudades se saturaban de gente, trayendo como consecuencia que se construyeran estructuras encima de las existentes edificaciones; aunado a ello también la falta de áreas verdes perfilaron los factores que jugaron un papel determinante en la aparición de enfermedades y pestes.
A pesar que la Edad Media es un periodo oscuro en la historia de la humanidad, nos demuestra entre otras cosas, el valor que tiene para el hombre el medio geográfico en el que desenvuelve sea en el periodo histórico que sea, las condiciones naturales del paisaje geográfico han determinado los patrones de vida de todas las sociedades humanas. Mucho se habla del deterioro ambiental pero poco se hace, las personas esperan que sean otros quienes solventen el problema ambiental, ¿acaso no es este el mundo donde vives el día a día? ¿Hasta que punto puede soportar la naturaleza nuestros abusos? El asunto en esta problemática, es que cada quien busca cuidar sus intereses y se ciega ante la realidad, los culpables de los cambios climáticos producto del calentamiento global somos todos y solo el yo en acción tendrá el poder de renovar el planeta.

Fuentes:
·         HINDLEY, Geoffrey. (2004) Las Cruzadas, Peregrinaje Armado y Guerra Santa. Barcelona (España), Ediciones B.
·         CHANDELLE, René. (2008). Más allá de las Catedrales. Barcelona (España), Ediciones Robinbook, s. L.
·         VERA, Ángel. (2009). Breve historia de las Ciudades del Mundo Antiguo. Madrid (España), Ediciones Nowtilus, S. L.
·         CANAL DE HISTORIA. (2010). Los Grandes Misterios de la Historia. Barcelona (España), Editorial Debolsillo.
·         ZAMORA, Héctor. (2006) Geodiversidad. Caracas, Ediciones CO – BO.
·         TORRES, Margarita. La vida en un castillo Medieval. En: Historia de Iberia Vieja. Revista de historia de España año No 33, Madrid – España, Editado por: América Ibérica.
·         ROMERO, Alfonso. Alba, Luna y Gordón. Tres castillos para una reconquista. En: Medieval. Revista de arqueología, Historia y Viajes sobre el mundo. No. 18, Año: 2007, Barcelona – España. Editado por: EDM revistas.